Hoy , de camino al aeropuerto, he conocido a un taxista que me ha explicado una dura historia. Wilson es un taxista guatemalteco de unos 50 años. Hace 25 años emigró a los USA con su mujer e hija. Trabajó en Los Angeles como taxista y poco a poco consiguió prosperar: compró su propio taxi y con el tiempo abrió una tidna de pinturas para coches. Un día tuvo un pelea con su vencino de Puerto Rico. Hubo intercambio de disparos. Wilson hirió al portorriqueño en defensa propia. Estuvo un año con abogados y gastó todo su patrimonio en su defensa; tuvo que vender incluso su casa.
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Finalmentepesó más el testimonio del puertoriqueño, ciudadano estadounidenses, que el del inmigrante Wilson- Este fue condenado a 8 años pero en 4 años consiguió salir de la cárcel por buen comportamiento. Automáticamente fue expulsado de los USA, después de llevar 20 años en el país. Su mujer y su hija se negaron a volver con él a Guatemala.
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Wilson tuvo que empezar desde cero. Ahora tiene una nueva mujer y dos hijos. Conduce un taxi que no es de su propiedad y no gana más de 100 € al mes.
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Esta es otra de tantas injusticias que se cometen en los Estados Unidos diariamente. En este caso , un hombre que por la razón que sea, ha estado en la cárcel, cuando sale de ésta de forma totalmente legal después de haber cumplido la condena que el sistema le exigió, se encuentra con que el país al cual ha aportado su trabajo y sus impuestos durante 20 años, le expulsa sin más.
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Cuanto más historias oigo de las injusticias que se cometen en los Estados Unidos más mania le estoy cogiendo al país. Bueno no a sus habitantes, evidentemente, pero sí a su sistema. La señora Hillary Clinton ha dicho públicamente que cuando se presidente,bajo su mandato no descarta un ataque a Irán. Evidentemente espero que los demócratas ganen las próximas elecciones pero no nos engañemos, el sistema norteamericano es el que es y hay cosas en ese país que parece que jamás cambiarán.
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