Nos habían recomendado que subiéramos a lo más alto de la isla para ver una vista de 360 grados de todas las islas de alrededor. Desde abajo nos pareció un simple paseo y empezamos a subir como quien va al parque de al lado de casa, sin calzado adecuado, sin apenas agua y menos comida. La excursión resultó ser una subida por una empinado sendero resbaladizo que no tenía fin. De hecho la ascensión era en espiral y aquello parecía no tener fin. Por fin llegamos arriba y descubrimos que sólo teníamos vistas de una aprte de la isla, no de los famosos 360 grados.
Afortunadamente había cerca una antena de telefonía móvil de Tigo. El guarda se enrolló y unos cuantos subimos p'arriba. No llegamos alo más alto, pues a medida que subíamos había más viento y Honduras no es el mejor sitio para operarse de traumatismos múltiples... Pero las vista eran increíbles, con El Salvador a un lado, Nicaragua al otro y en frente la costa hondureña. Aquí en la época de las guerrilas, durante los años 80, hubo una base americana. No es de extrañar pues el lugar es realmente estratégico.
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