Esta semana he estado en Guatemala visitando un proyecto en Alta Verapaz. Apoyamos a 300 mujeres de muy bajos recursos. Les damos formación y algunos insumos (semillas, vacunas) para que instalen huertos y críen pollos y cerdos. He visitado a varias familias y he podido comprobar las condiciones en las que se encuentran: sus casas están fabricadas con maderos, tienen el suelo de tierra y el techo de fibra vegetal; no tienen electricidad y tampoco agua corriente. En la época de sequía tiene que andar un buen trecho para comprar agua embotellada. Se trata de familias con unos 6 hijos de media, aunque una de las familias que visité tenía 11. El marido suele cultivar café y cardamomo, de los cuales solo hay una cosecha al año. La intalación del huerto y la cría de los animales hará que haya más variedad de comida disponible para la familia, y el excedente lo venderán las mujeres en el mercado.
Este tipo de proyecto, además de conseguir un incremento de ingresos para las mujeres, permite que éstas se abran al resto de la comunidad. Las mujeres que visité son indigenas y apenas hablan español. Son muy tímidas, casi no se socializan (de hecho se escondían cuando nos vieron) y dependen totalmente de sus maridos. A través de estos proyecto se crean grupos de mujeres y se promueve que intercambien experiencias entre ellas, potenciando lo que llamamos en cooperación el empoderamiento de la mujer. El empoderamiento puede ser a nivel individual, es decir conseguir que la mujer tenga mayor poder de decisión frente a su marido y conseguir que sea respetada por éste. También puede tratarse de empoderamiento colectivo, que signfica conseguir que como grupo las mujeres tengan acceso a decisiones que afecten a su comunidad.
1 comentario:
Qué planta tiene el cooperante! Con su camisa bien planchadita, por dios!
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