Esta semana hace un año que regresé de mi viaje a la India. No puedo creer que haga tanto tiempo que volví de allí. He decidido hacer un pequeño revival, a ver si puedo resumir mi experiencia de casi 9 meses allá.
El primer viaje a la India
El 1 de mayo de 2006 dejé mi trabajo como responsable de expansión de la cadena de tiendas de mascotas Pet's Place. Ahí acababa muchos años de trabajo en el sector de las franquicias y el marketing. Trabajé en empresas como Pepe Jeans, Benetton y Pans & Company. Aprendí mucho en esos años, sobre todo a gestionar equipos de gente y proyectos, y me divertí aprendiendo los entresijos del marketing y la publicidad. Pero un día me di cuenta de que mi trabajo contribuía a fomentar la absurda cultura del consumismo que impera hoy en día. Me harté de invertir tantos esfuerzos sólo para que mis empresas vendieran más, lo que redundaba en mayor beneficios de unos pocos, los accionistas o propietarios.
El 1 de mayo, como digo, decidí acabar con todo eso y viajar a un país que siempre me había llamado la atención, India. Mi plan era hacer un viaje de un mes, para luego volver a Barcelona y montar un negocio propio, probablemente una escuela de idiomas.
Ese primer viaje no fue más que una aproximación a ese increíble país. Visité Bombay, Goa y Rajastán. Luego enfermé, nada serio, una gastroenteritis. Pero me encontré tirado en un hotelucho cutre de Delhi, solo y enfermo, y decidí poner fin a mi viaje con 10 días de antelación. Volví semi-derrotado, pero con la intención de algún volver a esa India que me había cautivado, y también agotado. Cansado de las duras condiciones en las que viajé (calor, suciedad, ruido, caos) decidí que mi nuevo destino sería un país más desarrollado, Australia. Planeé ir a trabajar tres meses a ese a ese país y a la vuelta montar un negocio propio, una escuela de idiomas.
El segundo viaje con Fernando
Al llegar a Barcelona me encontré con que mi mejor amigo, Fernando estaba planeando también una escapa de algunos meses. Curiosamente los dos, que habíamos estudiado la misma carrera de administración de empresas, decidimos dejar nuestra “prometedora “ (me río yo del término)carrera profesional en el mismo periodo. Yo no tenía muy claro qué hacer en el futuro pero Fernando había decidido dedicarse al tema de la cocina, su gran afición. Decidió viajar un tiempo por Asia para formarse como cocinero.
Ese primer viaje no fue más que una aproximación a ese increíble país. Visité Bombay, Goa y Rajastán. Luego enfermé, nada serio, una gastroenteritis. Pero me encontré tirado en un hotelucho cutre de Delhi, solo y enfermo, y decidí poner fin a mi viaje con 10 días de antelación. Volví semi-derrotado, pero con la intención de algún volver a esa India que me había cautivado, y también agotado. Cansado de las duras condiciones en las que viajé (calor, suciedad, ruido, caos) decidí que mi nuevo destino sería un país más desarrollado, Australia. Planeé ir a trabajar tres meses a ese a ese país y a la vuelta montar un negocio propio, una escuela de idiomas.
El segundo viaje con Fernando
Al llegar a Barcelona me encontré con que mi mejor amigo, Fernando estaba planeando también una escapa de algunos meses. Curiosamente los dos, que habíamos estudiado la misma carrera de administración de empresas, decidimos dejar nuestra “prometedora “ (me río yo del término)carrera profesional en el mismo periodo. Yo no tenía muy claro qué hacer en el futuro pero Fernando había decidido dedicarse al tema de la cocina, su gran afición. Decidió viajar un tiempo por Asia para formarse como cocinero.
A él la idea de Australia también le llamaba la atención, pero propueso ir más allá y seguir rodando por el mundo. Empezamos a planear esa vuelta al mundo, pero se nos escapaba de nuestro presupuesto. Al final, por razones económicas, decidimos concentrarnos en el Sudeste Asiático. Ello significaba que yo podría volver a mi querida India, pero esta vez acompañado. Salimos el 12 de julio. Visitamos la India, Nepal, Sri Lanka y las Maldivas. Fueron 40 días juntos pasando calor, muchas horas de transportes diversos, durmiendo en habitaciones cutres (excepto nuestro paréntesis de dos días de lujo en Maldivas), pero no nos cansamos el uno de otro. Siempre he pensado que en los viajes de este tipo es cuando compruebas realmente el grado de amistad que tienes con los demás. Tenemos un blog de ese viaje. En realidad el blog es de Fernando pero decidimos aprovecharlo para colgar nuestras fotos y textos en común
http://www.fernandosinesio.blogspot.com/
El 18 de agosto Fernando volvió a Barcelona desde Sri Lanka. A mi me gustó tanto ese país que decidí quedarme 15 días más y aprovechar para aprender a hacer surf. De allí fui a Bombay, donde pasé 20 días más hasta que volví a Barcelona.
Durante la etapa final del viaje, tanto en Sri Lanka como en la India, tuve la oportunidad de entrar en contacto con algunas ONGs. Empezó a interesarme el tema de la cooperación internacional y de repente se me abrió una puerta. ¿Podría dedicarme a eso profesionalemente?
Mi tercer y definitivo viaje
Ya de vuelta en Barcelona empecé a buscar información sobre el sector de las ONGs. Tuve la suerte de conocer a una mujer, Rosá Pla, directora de Codespa Cataluña, en cuya trayectoria encontré un paralalelismo con mi vida. Ella también había trabajado mucho tiempo en el sector privado, en concreto en el de la auditoría, y había decidió reorientar su vida profesional hacia el sector de la cooperación internacional al desarrollo. Me dio dos grandes consejos: que me formara y que consiguiera experiencia en el terreno. Esa comida con Rosa fue uno de eso puntos de inflexión que uno tiene a lo largo de su vida y que jamás olvidaré
A partir de ahí el destino jugó a mi favor. Contacté con la Fundación Vicente Ferrer, quien me informó de que acababan de tener una baja de última hora y necesitaban un profesor de español para incorporarse urgentemente.
Al cabo de dos semanas, el 19 de noviembre, llegaba a Anantapur, ciudad del estado de Andra Pradesh y sede de la Fundación Vicente Ferrer en la India. Allí pasé unos meses inolvidables, junto a mis compañeros voluntarios y tuve la oportunidad de conocer a Vicente Ferrer, hombre sabio, divertido y muy comprometido con su India adoptiva. Aprendí mucho de su organización y comprobé al gran impacto que sus proyectos han tenido sobre la población. Pero los voluntarios de la Fundación vivíamos y trabajábamos en un pequeño oasis rodeado de pobreza. La experiencia fue genial, pero me faltaba mayor contacto con la gente local.
Acabado mi voluntariado viajé un mes por el sur del país. Allí viví experiencias únicas en contacto con una India muy poco turística. Después me trasladé un poco más al norte, a Kolkuntla, donde viví y trabajé un mes en una de las zonas más pobres del país. Las condiciones fueron duras, sin apenas nadie que hablara inglés, pasando hambre y mucho calor, pero la experiencia de nuevo inolvidable.
Dejé la India en mayo con dirección a Tailandia con el objetivo de renovar mi visado. Allí me encontré un país mucho más desarrollado que inicialmente me defraudó, pero con el tiempo lo fui encontrando más interesante, en especial la ciudad de Bangkok. De ahí volé a Calcuta, donde quería realizar un voluntariado en la Casa de Caridad de la Madre Teresa, pero venía demasiado bien acostumbrado a las comodidades tailandesas (aire acondicionado, buena comida) y fui incapaz de quedarme en la ciudad más de dos días. Puse dirección al Himalaya, a Rishikesh, donde cansado de tanto agobio de gente, ruido y caos, decidí finalizar mi viaje, el 18 de mayo del 2007.
Escribo esto emocionado, recordando todo lo que viví y aprendí en ese viaje que significó tanto para mi. Namaste, India.
Mi blog de este tercer viaje a la India:
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