Doña Rosa

Hace unos días visité avarias familias de una de las colonias mas peligrosas y conflictivas de Tegus, la Colonia Cantanero López. Cuando uno anda por sus calles le da la impresión de encontrarse aislado a mucho quilómetros de la capital, pero en cambio estamos a 15 minutos del centro. Las empinadas calles están sin asfaltar y llenas de socavones y se convierten en ríos cuando llueve. La electricidad y el agua corriente llegaron hace poco tiempo. Las maras o pandillas violentas dominan la colonia. Cobran impuesto revolucionario a las tiendas, buses y a los pocos taxis que se atreven a entrar en la colonia. Quien no paga simplemente recibe un tiro. La policia aquí brilla por su ausencia. Si aparece, está compinchada con las maras y hace la vista gorda.

Visitamos a varias mujeres que trabajan en casa. Se dedican a producir y vender tortillas de maíz, producto básico de la alimentación de los hondureños. Compran el maíz en grano, lo llevan a moler, lo mezclan con agua y luego cuecen la masa al fuego de un horno improvisado con un bidón.

Doña Rosa es una de estas mujeres. Es madre soltera, tiene 3 hijos pequeños y 3 mayores. Trabajando de lunes a sábado saca 300 lempiras (10 euros) semanales, o sea, 40 euros mensuales. De ahí ha de restar el coste del maíz, la leña y el agua, por lo que probablemente no le queden más que 30 euros mensuales para cubrir el resto de gastos de la casa y la alimentación de su familia. Gracias a las tortillas ha conseguido pagar la escuela de sus hijos. A veces manda a sus hijos pequeños a vender a barrios vecinos, como hace la mayor parte de las familias de esta colonia. Estos niños, solos, fuera de sus barrios, corren el peligro de ser víctimas de abusos sexuales o de caer en la droga.

Doña Rosa tiene la suerte de tener una casa hecha de ladrillo pero eso no es habitual aquí.; lo normal son las casas hechas de tableros de madera.Tiene un sofá que luce orgullosa y un televisor que le sirve de garantía para un crédito que ha pedido y por el que paga un 36% de interés anual.