Sí se pudo!! este fue el grito de todos los que fuimos a la embajada de Brasil a ver a Mel Zelaya. Dicen que éramos unos veinte mil, concentrados en dos estrechas calles del barrio de Palmira, en Tegucigalpa. Fue un momento emotivo. Y eso que muchos no estábamos allí por ser seguidores de Zelaya precisamente. Pero en esos momentos él representaba la democracia y por tanto debíamos ir a recibirle.
Honestamente no he estado presente, aunque me hubiera apetecido, en muchas de las manifestaciones que el movimiento autollamado Resistencia ha organizado en Honduras. Principalmente porque mi condición de personal de una ONG extranjera me impide asisitir a este tipo de eventos. Pero hoy sí quería estar. Después de todo ¿qué tiene de malo presenciar cómo regresa el presidente legítimo de un país? Yo no fui a manifestarme, yo fui a rendir homenaje.
Desde la llegada de Mel empezaron a correr rumores: que si realmente Zelaya no estaba en el país, que si Micheletti había abandonado Honduras destino Panamá, que si se trataba de un contra-golpe de estado...
La realidad: Zelaya refugiado en la embajada de Brasil (Lula da Silva, te quiero) y Micheletti sin bajarse del burro. A las 15.30 se decretó un toque de queda, que empezaría a las 16 h y duraría hasta las 7 del día siguiente. Cualquier persona sorprendida en las calles entres esas horas podría ser detenida. Pero ¿dónde se ha visto dar tan poco margen de tiempo a la gente para que llegue a sus casas?
A la mañana siguiente Micheletti decidió prolongar el toque de queda hasta las 18 h de la tarde de hoy martes y depués hasta las 18 h de mañana miércoles. El resultado: un país encerrado en sus casas durante dos días, sin aviso previo y por tanto sin posibilidad de aprovisionarse de alimentos y agua. Si Micheletti quiere ganar mayor impopularidad, si cabe, lo está consiguiendo.
Pero miles de hondureños han decidido salir a la calle. Y la novedad es que no se ha convocado ninguna manifestación concreta, sino que en cada barrio y colonia la gente ha salido a manifestarse. La represión ha sido brutal: decenas de heridos (incluso de bala, aunque la policía lo niegue) y un muerto: un chico que iba en bicicleta, a quien se le ha dado el alto pero ha seguido peladeando, ignorando a la policía; le han disparado un tiro por la espalda. La policía ha habilitado un estadio de beisbol para encerrar e interrogar a los detenidos. Cómo me recuerda esto a las dictaduras de Chile o Argentina de hace pocas décadas...
En los medios de comunicación, la tónica habitual de estos meses: sólo un canal informando con objetividad, un par más haciéndolo con cierta ambigüedad, y el resto falseando los hechos de forma descarada. El mismo Micheletti ha dicho que la carga de la policía esta madrugada sobre los que estaban frente a la embajada de Brasil ha sido para proteger a Zelaya.
A uno le indigna el modo cómo tantos periodistas están desinformando a la gente. Y a uno le indigna también cómo la clase media alta hondureña decide cerrar los ojos y los oídos y sólo creerse la versión de los hechos que le interesa. Ayer, por cierto, vi en mi casa la película La Lista de Schindler. Ahí aparecían muchos alemanes de clase media que, frente al holocausto de los judíos, preferían hacer como que no se enteraban; preferían hacer oídos sordos ante la barbarie nazi. Aparentemente estos alemanes eran buena gente pero no nos engañemos: quien calla otorga. Curioso paralelismo con la situación actual en Honduras.
Una anécdota: después de unas declaraciones en la TV de un policía sobre la violencia de los manifestantes, se hace una pausa para la publicidad y aparecen dos anuncios: uno de una armería (en el que aparece un familia, incuidas dos hijas jovencitas, escogiendo un arma en un escaparate) y otro de una funeraria.
2 comentarios:
joder, Toni, la cosa parece que no termina de desenredarse.
aguanta y ten cuidado a partes iguales.
gracias Seka, tu siempre ahi siguiendo mis aventuras y las de los hondureños!!
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