Esta mañana seguía lloviendo fuerte y he empezado a agobiarme pensando en el vuelo que me esperaba en unas horas. He decidido ir al aeropuerto con tiempo. Allí, una vez más, el idioma oficial era el español. Seguía en mi burbuja hispana la mar de contento…hasta que ha llegado el momento de facturar y entonces todo lo latino me ha sonado a incompetencia y desorganización: la cinta transportadora no funcionaba y se ha organizado un lío impresionante. La señorita Gladys, de la compañía Taca (espero que no sea una onomatopeya del ritmo del vuel, taca-taca) que me atendía iba facturando las maletas y las iba acumulando a su alrededor en el mostrador. Estaba enojada con el problema de la cinta averiada y no estaba dispuesta a cargar las maletas: yo no voy a ser la sirvienta de nadie, le decía a su compañera Lily. A estas alturas yo ya me había hecho a la idea, pese a un sonriente no se apure señor Antonio de Gladys, de que mis maletas no llegarían a destino.
Para pasar el control de seguridad me he tenido que quitar el reloj, el cinturón,los zapatos, la cartera, el móvil….puestos a vaciar hasta un clinex he puesto en la bandeja. Luego ha sufrido una situación totalmente denigrante y al mismo tiempo cómica, que solo podía ocurrir en los USA: me han hecho pasar por una cámara sellada de cristal; se han cerrado las puertas y unos chorros de aire me han dado una repasada de arriba a abajo como si me estuvieran descontaminando. La verdad es que me ha dado la sensación de estar en una cámara de gas.
Para pasar el control de seguridad me he tenido que quitar el reloj, el cinturón,los zapatos, la cartera, el móvil….puestos a vaciar hasta un clinex he puesto en la bandeja. Luego ha sufrido una situación totalmente denigrante y al mismo tiempo cómica, que solo podía ocurrir en los USA: me han hecho pasar por una cámara sellada de cristal; se han cerrado las puertas y unos chorros de aire me han dado una repasada de arriba a abajo como si me estuvieran descontaminando. La verdad es que me ha dado la sensación de estar en una cámara de gas.
Al salir de la cápsula me han informado de que este artilugio sirve para detectar explosivos. Esto supera lo que me pasó ayer al entrar en los USA: me hicieron poner el dedo índice en un lector digital de huellas mientras tenía que mirar hacia una mini-cámara que me tomó una foto. Están absolutamente paranóicos estos americanos!!! Váyase señor Bush, váyase. Ay Hillary, mamita, sálvanos de este demonio.
Ya en la sala de espera he tenido mi primer contacto con hondureños. Había seis personas sentadas, unas frente a otras, y espontáneamente se ha improvisado una tertulia sin desperdicio.
En la fila de asientos frente a mí, un poco a la izquierda, había dos señoras de unos 40 años. Una de ellas no paraba de hablar mientras estiraba las piernas y se esparcía crema hidratante de los pies hasta la rodilla, como si estuviera en el baño de su casa. Por lo visto trabaja de limpiadora en los USA, donde grasias a Dios conseguí la residencia, que bendisión. Iba a visitar a su familia hondureña y de paso llevaba las maletas llenas de cremas de la Victoria Secret y medias (calcetines) de hombre, que en Honduras se pagan muy bien. Delante suyo había un hombre de unos 30 años que por lo visto era soltero. Las dos mujeres le insistían en que debía encontrar una buena mujer y casarse. Sentada junto a él, una viejecita con alzheimer no recordaba haber facturado su maleta y decía que se la había robado una mujer de azul (la azafata de facturacion). Las dos señoras de enfrente la tranquilizaban, no se apure, la maleta se encuentra de camino a Honduras, mientras se preguntaban cómo la compañía aérea la había dejado volar sola.
A mi lado izquierdo estaba sentada una mujer algo mayor, la señora Dominga, que también había trabajado de limpiadora en los USA, pero le pagaban poco (10 pesos la hora) por trabajar mucho y ella no iba a dejarse la vida en ese país. Ha resultado que esta señora y las otras dos eran del mismo pueblo y comentaban que allí el otro día acribillaron a un hombre en la puerta de su casa.
Mientras las mujeres hablaban, la viejecita con alzheimer se ha “escapado”. Las señora Dominga se ha dado cuenta al cabo de un rato y han ido a por ella. Se la ha encontrado desorientada caminando por los pasillos sin rumbo fijo, pobrecita.
Yo asistía a toda esta situación como observador; por fuera iba sonriendo de vez en cuando; por dentro me reía a carcajadas. De vez en cuando tomaba notas discretamente para luego reproducirlas en el blog, como si fuera un taquígrafo en un tribunal. Al cabo de un rato se ha oído: Esto es un llamado para los pasajeros del vuelo Taca 958; está listo para el abordaje....sí, eso, al abordaje mis piratas!!
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El vuelo a Tegucigalpa ha ido mucho mejor que el de ayer, al menos eso creo. La verdad es que me he "dopado" para que no se repitiera lo del vuelo anterior (un saludo desde aquí a mi amiga ex-fóbica de los aviones Ana del Amo, ya sabes de que hablo). He dormido plácidamente. En el aeropuerto de Tegucigalpa me esperaban Josefina y Cristina, hondureña y española que trabajan para Codespa. Lo primero que Cristina me ha dicho es qué joven eres! No sé qué se esperaban, un delegado de 50 años? Me han llevado a un restaurante donde me he comido una escalopa de palmo y medio mientras conversábamos, y luego me han llevado al hotel.
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